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6 de febrero, Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina

Esta práctica consiste en la remoción total o parcial de los genitales externos femeninos y se estima que afecta a más de 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo

La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica tradicional no médica que consiste en la remoción total o parcial de los genitales externos femeninos. Esta práctica es común en algunos países de África, Oriente Medio y Asia y se estima que afecta a más de 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo.

La MGF no solo es una violación de los derechos humanos y de la igualdad de género, sino que también puede tener graves consecuencias a nivel físico y psicológico. Algunos de los efectos a corto y largo plazo incluyen dolor, infección, sangrado excesivo, dificultad para orinar y mantener relaciones sexuales, trastornos psicológicos y dificultades para dar a luz.

Además, la MGF no tiene ningún beneficio médico o cultural que justifique su continuación. Por el contrario, se ha demostrado que esta práctica no mejora la higiene o la salud de las mujeres y niñas afectadas y, en realidad, puede tener un impacto negativo en su bienestar general.

Existen cuatro tipos de mutilación genital femenina:

  • Tipo I: también llamada clitoridectomía, implica la extirpación parcial o total del clítoris y/o el prepucio.
  • Tipo II: también llamada escisión, es la extirpación parcial o total del clítoris y los labios menores.
  • Tipo III: también llamada infibulación, es el estrechamiento del orificio vaginal con un sello cobertor. El sello se forma cortando y recolocando los labios menores y/o los labios mayores. Más adelante en la vida, a las mujeres con infibulación pueden cortarlas en la noche de bodas y/o antes del parto.
  • Tipo IV: es cualquier otro procedimiento nocivo para los genitales femeninos con fines no médicos, como pinchazos, perforaciones, incisiones, raspado o cauterización.

Los tipos I y II son más frecuentes, pero varían entre los distintos países y comunidades. El tipo III —la infibulación— lo sufre alrededor del 10 % de todas las mujeres afectadas. A menudo la mutilación genital femenina responde a la concepción de lo que se considera una conducta sexual aceptable y tiene por objetivo asegurar la virginidad antes del matrimonio y la fidelidad después de él. En muchas comunidades existe la convicción de que reduce la libido de la mujer y la ayuda así a resistir la tentación de relaciones extraconyugales.

Además, en el caso de las mujeres cuya abertura vaginal ha sido sellada o estrechada (tipo III), se supone que el miedo al dolor que causaría su apertura y a la posibilidad de que ello sea descubierto disuaden aún más a la mujer de mantener relaciones sexuales extraconyugales.

Es más probable que se lleve a cabo esta práctica en los contextos en los que se considera que la MGF aumenta las posibilidades de encontrar marido. La mutilación genital femenina viene asociada a modelos culturales de feminidad y recato, portadores de la idea de que las niñas son puras y hermosas una vez que se eliminan de su cuerpo aquellas partes que se consideran impuras o no femeninas, esto es, masculinas.

Para poner fin a la MGF es necesario un enfoque integral que incluya la sensibilización y la educación a nivel comunitario, así como el apoyo a las mujeres y niñas afectadas. También es importante asegurar que todas las medidas implementadas y el cumplimiento de leyes nacionales e internacionales que prohíban la MGF y brinden protección a las víctimas. Nuestro deber es trabajar juntos para proteger los derechos y la dignidad de las mujeres y niñas en todo el mundo.

En resumen, la MGF es una práctica cruel e inhumana que debe ser erradicada de inmediato.

Rosana García

Secretaria de Igualdad y Lucha contra la Violencia de Género del PSPV-PSOE ELX

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