El 9 de mayo se recuerda el día que se produjo la histórica Declaración Schuman, que supuso el primer paso para la integración de ciertos estados europeos bajo unos objetivos comunes. Fue en 1950. La Guerra Fría ocupaba el contexto internacional, los nazis se habían rendido cinco años atrás y los países del continente estaban devastados tras la Segunda Guerra Mundial.
Con este panorama, la Declaración de Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores, marca el inicio de la construcción de la Europa comunitaria. Sus objetivos eran fomentar la paz y la recuperación económica, estableciendo para ello una nueva organización supranacional. Su finalidad pasaba por crear un mercado común del carbón y del acero entre Francia y Alemania, abierto a otros países, y así nació la Comunidad Europea de Carbón y del Acero (CECA). Sin embargo, no fue hasta el 9 de mayo de 1985 cuando se celebra el primer Día de Europa, cuando ya eran diez los países miembros.
Más de 70 años después la Unión Europea es algo bien diferente: una asociación económica y política única en el mundo formada por 27 países –tras el abandono del Reino Unido- y más de 500 millones de personas. No existen las fronteras y las mercancías circulan sin detenerse en aduanas. El euro es la moneda única en 19 de los países, dejando fuera cualquier preocupación por el cambio de divisas. Los fondos europeos financian la construcción de infraestructuras de transporte capaces y seguras. La Política Agraria Común (PAC) impulsa la ganadería y la agricultura contribuyendo al desarrollo de las áreas rurales. Parte importante del presupuesto europeo se dedica a la investigación y al desarrollo. Europa promueve el empleo y vela por que disfrutemos de protección social y servicios sanitarios de calidad. Programas como Erasmus para los estudiantes permite que desarrollen sus estudios en otros países. Europol, la coordinación entre cuerpos policiales y sistemas judiciales nacionales, son garantía de seguridad. Estos son algunos de los aspectos destacables de la Unión Europea.
Según las últimas encuestas, esos avances mencionados hacen que, por ejemplo, 9 de cada 10 españoles se sientan orgullosos de ser europeos. Sin embargo, hay quien no quiere seguir avanzando y critica y cuestiona la propia existencia de la Unión Europea. Los euroescépticos ocupan cada vez más sillones en el Parlamento Europeo. Figuras como Marine Le Pen, Nigel Farage y Matteo Salvini son algunos ejemplos. Por su parte, la rama española de la ultraderecha dice querer reformar la Unión Europea desde dentro defendiendo la identidad de las naciones, o rechazando la primacía de la justicia europea. Retroceder, al fin y al cabo.
Más allá de los aspectos políticos y sociales, Europa debe seguir trabajando para adaptarse a problemas medioambientales. El cambio climático y el futuro de los océanos son algunas de las principales preocupaciones actuales. Por eso Europa impulsa medidas que mejoran el medio ambiente como favorecer las energías renovables y reducir el uso de plásticos.
Europa tiene que seguir siendo ejemplo de avance y progreso ante el resto del planeta. Europa es prosperidad, seguridad y solidaridad. Debe serlo.
Carlos López Blasco
Adjunto a la Secretaría de Comunicación PSPV-PSOE Elx