La enorme figura tallada de un mono con la cola enroscada en espiral; imágenes geométricas inmensas de un cóndor y un colibrí; una araña gigantesca: las líneas de Nazca en Perú —de dos mil años de antigüedad— han asombrado y desconcertado a los observadores modernos desde que fueron vistas desde el aire, por primera vez, el siglo pasado.
Ahora se han descubierto otras 143 imágenes grabadas en una planicie desértica en la costa, aproximadamente a 400 kilómetros al sureste de Lima, la capital de Perú. Los investigadores japoneses que las encontraron combinaron el trabajo de campo con las herramientas tecnológicas más modernas: fotografía satelital, escaneo tridimensional y, en un caso, la inteligencia artificial.
De acuerdo con el grupo de investigadores de la Universidad de Yamagata, los grabados, o geoglifos, recién descubiertos representan formas humanas y una gran variedad de animales, incluyendo camélidos (un grupo de mamíferos entre los que se encuentran las llamas y las alpacas), gatos, peces y serpientes.
La semana pasada, la universidad declaró que las formas, algunas de las cuales se cree que datan de al menos el año 100 a. C., fueron identificadas principalmente en el lado occidental de la zona, mediante trabajo de campo (recolección de restos de loza, piedras y tierra) y análisis de escaneos en alta resolución. Las figuras de mayor tamaño miden más de 90 metros.
Uno de los geoglifos fue descubierto como resultado de la colaboración entre el equipo de investigación de la universidad y Watson, el sistema de inteligencia artificial de IBM.
Cuando la universidad e IBM Japón analizaron la información recolectada con el programa Watson Machine Learning Community Edition, identificaron varios candidatos de figuras “biomorfas”. La universidad dijo que los investigadores eligieron una de esas imágenes y, después de realizar exploraciones en el terreno en 2019, descubrieron una figura humana de cinco metros que estaba de pie, cuya existencia se desconocía hasta ese momento.
Las líneas de Nazca abarcan un área de aproximadamente 450 kilómetros cuadrados y se cree que fueron grabadas en la tierra entre el año 500 a. C. y 500 d. C. Las formas se pueden ver mejor desde el aire y es imposible distinguir muchas de ellas al nivel del suelo.
La UNESCO ha declarado las líneas de Nazca un Patrimonio de la Humanidad que da testimonio de “la cultura, la tradición y las creencias religiosas y mágicas”, las habilidades artísticas y técnicas, y los sistemas de uso de la tierra de las sociedades precolombinas de Sudamérica.
Masato Sakai, profesor de antropología cultural y arqueología andina, quien dirigió el equipo de investigación, habló en un video acerca del descubrimiento y destacó la importancia de que estos trazos enigmáticos sean más visibles para garantizar su supervivencia.
Los descubrimientos recientes están clasificados en dos categorías que tienen tamaños y propósitos distintos.
De acuerdo con la universidad, el grupo figurativo, que representa imágenes animales y antropomórficas, incluye figuras que por lo general abarcan menos de 50 metros. El otro grupo, el de figuras más abstractas y geométricas, incluye imágenes mucho más grandes. La mayor de ellas mide más de 100 metros de longitud.
Parte de la fascinación con las líneas de Nazca proviene del misterio de su función.
En Chariots of the Gods?, un éxito de ventas de 1968, el autor suizo Erich von Däniken sugirió que las figuras quizá sirvieron como marcas de aterrizaje para extraterrestres.
Pero los arqueólogos creen que algunos de los grabados tenían una función en rituales astronómicos. El equipo de la Universidad de Yamagata aseguró que las figuras geométricas representaban lugares donde la gente celebraba ceremonias en las que se rompían piezas de cerámica. Por otra parte, se cree que las imágenes figurativas, más pequeñas, que se descubrieron en zonas cercanas a caminos o pendientes, eran marcas de viaje, “diseñadas para ser vistas”.
Los investigadores planean usar otro sistema de IBM, llamado PAIRS, para organizar la información recolectada durante los últimos diez años y realizar más trabajo en el terreno para hacer un mapa de los geoglifos.
Asimismo, esperan resolver los misterios que siguen existiendo en torno a las antiguas e inmensas figuras y formas.
“A partir de un entendimiento más profundo y detallado sobre el lugar en el que se encuentran las figuras y el momento en el que fueron utilizadas”, afirmó la universidad, “los investigadores buscan obtener un panorama más claro de las personas que hicieron y usaron estos geoglifos”.
Vía | The New York Times