Más de la mitad de los ataques de esta dolencia en China y la India los causa la polución
Los expertos llevan años señalando la relación entre los picos de contaminación atmosférica con un aumento de las crisis asmáticas. Pero hasta ahora la magnitud del fenómeno seguía siendo un misterio. Un nuevo estudio publicado en la revista Environmental Health Perspectives proporciona por primera vez datos capaces de retratar el impacto de la polución sobre la salud: entre nueve y 33 millones de las visitas a urgencias por ataques de asma podrían estar directamente relacionadas con la contaminación atmosférica.
La investigación apunta directamente a dos principales responsables de este fenómeno: el ozono y las partículas en suspensión, contaminantes generados por automóviles e industria, entre otros. Por un lado, el ozono podría ser el responsable de entre 9 y 23 millones de visitas a urgencias por crisis asmáticas en todo el mundo, lo que supondría entre un 8% y un 20% del total. Por otro lado, las partículas en suspensión estarían relacionadas con entre 5 y 10 millones de urgencias asmáticas, que equivaldrían a entre un 4% y un 9% del total.
En este sentido, el estudio apunta al peligro que pueden suponer las partículas contaminantes que penetran en las profundidades de las vías respiratorias cada vez que respiramos aire contaminado. Este fenómeno, aunque pueda afectar a toda la población expuesta, supone un mayor peligro para aquellos pacientes con enfermedades respiratorias crónicas como en el caso del asma.
“Sabemos que la contaminación del aire es el principal factor de riesgo para la salud. Pero ahora nuestros resultados muestran que el impacto para la salud pública que supone respirar aire contaminado es incluso de mayor alcance e incluye millones de ataques de asma cada año”, explica Susan C. Anenberg, investigadora de la George Washington University y autora principal de este nuevo estudio.
“Es cierto que desde hace mucho se ha hablado de la relación entre los picos de contaminación y la exacerbación del asma. Pero en este caso se va un paso más allá y se cuantifica el impacto, por lo que el resultado es muy llamativo. En este caso también es interesante que se vincule con el ozono, un gas bastante irritante que es muy lógico que se pueda estar relacionado con las crisis asmáticas”, comenta Bénedicte Jacquemin, experta no vinculada al estudio e investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Obra Social “la Caixa”.
Investigación
Para este nuevo estudio se analizaron las visitas a urgencias relacionadas con ataques de asma en un total de 54 países. Posteriormente estos datos fueron combinados con información sobre exposición epidemiológica y los niveles de contaminación global registrados por los satélites que orbitan la tierra. De esta manera se pudieron analizar los índices de contaminación basándose no tan solo en los registros de los monitores de tierra sino que, además, se pudieron complementar con los datos obtenidos por los modelos atmosféricos y los dispositivos incorporados en los satélites.
“El valor de usar satélites es que pudimos obtener una medida constante de las concentraciones de contaminación del aire en todo el mundo”, explica Daven Henze, investigador principal del proyecto y profesor asociado de la Universidad de Colorado Boulder. “Esta información nos permitió vincular la carga del asma con la contaminación del aire incluso en partes del mundo donde las mediciones de la calidad del aire ambiente no estaban disponibles”.
Efectos globales
Los efectos de la contaminación sobre los pulmones afectan a prácticamente todo el mundo industrializado. En países del sureste asiático como India o China, aproximadamente la mitad de ataques de asma tratados en urgencias pueden atribuirse a la contaminación atmosférica. Según apunta este nuevo estudio, en estos lugares la incidencia del asma en la población es más grave ya que existen menos restricciones sobre las fuentes directas de contaminación, como es el caso del humo emitido por la actividad industrial.
Pero más allá de estos grandes polos de contaminación atmosférica, los efectos de la polución sobre la salud se hacen notar incluso en aquellas zonas en las que el aire no está tan contaminado. En este sentido, la investigación apunta a que en Estados Unidos el ozono podría estar relacionado con entre el 8% y el 21% de las urgencias asmáticas y las partículas contaminantes con entre el 3% y el 11% de estas.
Según apuntan estos nuevos datos, aproximadamente el 95% de la población mundial estaría viviendo en lugares con aire contaminado y, por lo tanto, nocivo para su salud. Estimaciones anteriores habían concluido que las partículas en suspensión estarían asociadas con 4,1 millones de muertes prematuras y el ozono con otras 230.000.
El 95% de la población mundial vive en lugares con aire contaminado
“No hay que olvidar que la contaminación atmosférica está asociada con otras muchas patologías. Tanto los episodios de contaminación puntuales como la exposición crónica están asociados con un aumento de la mortalidad”, recuerda Jacquemin. Pero además, en el caso de la exposición crónica, también se han encontrado evidencias que relacionan este fenómeno con el declive de la función cognitiva en niños y adultos, problemas de fertilidad y cáncer.
Medidas contra la contaminación
“Nuestros hallazgos sugieren que las políticas dirigidas a limpiar el aire pueden reducir la carga global del asma y mejorar la salud respiratoria en todo el mundo”, explica Anenberg. En este contexto, los investigadores sugieren apostar por políticas que se centren de manera decidida en atacar las fuentes de contaminación responsables del ozono, las partículas en suspensión y el dióxido de nitrógeno.
“Sigue habiendo mucho trabajo por hacer. La incidencia de estas patologías por la contaminación atmosférica se podría evitar. Empezando por reducir el tráfico en las ciudades, disminuyendo la entrada de vehículos privados e incentivando el trasporte público. Con estas simples medidas no tardaríamos mucho en notar una mejora en la salud de la población”, concluye Jacquemin.
Vía | El Periódico