Este domingo 28 de octubre nos enfrentamos por segunda vez este año al polémico cambio de hora. En esta ocasión, a las 3 de la madrugada volverán a ser las 2, sumando una hora extra de sueño en un intento de tener más luz a primera hora de la mañana y conseguir un pequeño ahorro energético. Al menos, eso es lo que dice la teoría. Sin embargo, a la hora de la verdad muchos son los detractores de este ataque a nuestro cuerpo, que dos veces al año tiene que adaptarse a un nuevo horario.
¿Por qué cambiamos la hora?
La culpa la tiene la directiva comunitaria 2000/84/CE, por la que el último fin de semana de octubre atrasamos una hora el reloj para pasar al horario de invierno, y el último fin de semana de marzo adelantamos una hora para pasar al de verano.
La idea es adaptar nuestros horarios a la luz natural y lograr así un ahorro energético, aunque son muchos los que dudan de que dicho ahorro se llegue a producir. Sí, tenemos más luz por la mañana, pero a cambio tenemos menos luz al salir de trabajar. De hecho, los estudios consultados por la Comisión Europea indican que el ahorro de energía es marginal, entre el 0,5 y el 2,5%. A eso hay que sumar, además, su impacto en los biorritmos humanos (en forma de cansancio o falta de concentración) durante los días posteriores al cambio de hora.
¿Puede ser uno de los últimos cambios de hora?
Lo cierto es que sí. Bruselas anunciaba este verano que iba a proponer lasupresión del cambio de hora en el conjunto de la UE. El anuncio se hizo después de que una inmensa mayoría de europeos afirmase en una encuesta a través de Internet que estaba a favor de suprimir el cambio horario: un 84% de los votantes se mostró partidario de contar con un horario fijo.
Vía | El País